EL BAILE DE LAS LAGARTIJAS, de David de Juan Marcos

EL BAILE DE LAS LAGARTIJAS David de Juan Marcos TEMAS DE HOY 1ª Edición: 2011 Género:  Novela Pág.: 349 I.S.B.N. : 9788484609667

David de Juan Marcos ( Salamanca, 1980), resultó ganador con esta novela del Premio Ciudad de Valencia de Narrativa en 2011, obra preparada durante su estancia en la Fundación Antonio Gala de jóvenes creadores.

“El baile de las lagartijas” es una intensa historia coral que tiene su eje central en un pequeño pueblo llamado Almoneda, en la frontera entre Portugal y España, un lugar donde las verdades, las mentiras, los amores, y todo lo que acontece llega en boca de otros. Cayute y sus amigos Adrián, ( un niño huérfano de padre y madre alcohólica), Pedrito (hijo del doctor Cañizo, un incorregible mujeriego), y José María ( el más “normalito” de los cuatro) siempre andan juntos haciendo travesuras por las calles del pueblo. Son una piña y nunca pensaron en separarse, el paraíso se encuentra entre ellos, sus cosas, sus vidas monótonas y sencillas, hasta que Adrián se marcha a Madrid encandilado por las adulaciones y promesas que un hombre le hace acerca de su talento natural con la pintura. Talento que resulta ser una trampa para él, ya que cae garras de las drogas y la desesperación al poco tiempo, conduciéndole hasta un trágico final de regreso a Almoneda, su muerte.  Esta desdicha  hizo que los tres amigos se separaran poco a poco, rompiendo definitivamente el estrecho vínculo entre todos. Solo las putas, en “Lalola”, y la jarana y la bebida consiguen, de vez en cuando, acercar de nuevo a los que otrora eran inseparables.  Al final la desdicha solo es una excusa para abandonar la rutina…, José María se va a Londres con su novio el sepulturero, Cayute se centra en averiguar lo máximo posible acerca de su familia y su pueblo, y  Pedro conoce el amor y el desamor con una buena chica...

En “El baile de las lagartijas” los recuerdos son como la letra de la canción de nuestro primer amor,  nunca caen en el olvido, aunque se quiera hacerlo, la infancia, el candor de la inocencia siempre perdura, siempre se mantiene vivo, por mucho que se sufra o se haya sufrido después.

Ainhoa Castro